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sábado, 27 de marzo de 2010

¿Qué necesitan los hombres para vivir?


No debemos confundir a estas dos persona, al parecer, ni tan siquiera había entre ambos ningún grado de parentesco:


Alexéi Nikoláievich Tolstói

(Nikoláievsk, 1883-Moscú, 1945) escritor soviético. Es uno de los pioneros de la ciencia ficción soviética. Empezó su carrera literaria publicando poemas (Más allá de las flores, 1907), novelas cortas (Los cuentos de la urraca, 1912) y narraciones costumbristas (El señor cojo, 1912; Los barrancos). En 1917, a raíz de la Revolución, marchó a París y, posteriormente, a Berlín. De esta época son las novelas La infancia de Nikita (1922) y Las hermanas (1922). En 1923 regresó a Rusia, donde publicó El año 1918 (1927-1928) y Mañana sombrío (1940-1941), que, junto con Las hermanas, forman una trilogía titulada El camino de los tormentos, que constituye un análisis del papel de los intelectuales ante la revolución. Entre sus relatos fantásticos destacan Aelita (1923) y El hiperboloide del ingeniero Garin (1925). Es autor, además, de las novelas históricas Pedro I (1929-1945), en 3 volúmenes, e Iván el Terrible (1943)...

Lev Nikoláyevich Tolstói
León Tolstoy

También conocido como León Tolstoy (28 de agostojul./ 9 de septiembre de 1828greg. - Astápovo, en la actualidad Lev Tolstói, provincia de Lípetsk, 7 de noviembrejul./ 20 de noviembre de 1910greg.) fue un novelista ruso ampliamente considerado como uno de los más grandes escritores de occidente y de la literatura mundial.[1] Sus más famosas obras son Guerra y Paz y Anna Karénina, y son tenidas como la cúspide del realismo. Sus ideas sobre la «no violencia activa», expresadas en libros como El Reino de Dios está en Vosotros tuvieron un profundo impacto en gente como Gandhi y Martin Luther King.


Del primero de ellos
, Alexéi Nikoláievich Tolstói , es el siguiente relato:

Vivía un zapatero, con su mujer y sus hijos, en casa de un campesino. No poseía casa ni tierra propias, y gracias a su trabajo de remendón se mantenían él y su familia. El pan estaba caro y el trabajo mal pagado, y cuanto ganaba se le iba en alimentos. El zapatero y su mujer compartían el mismo abrigo, ya viejo y harapiento. El zapatero se daba a la bebida. Una vez que iba achispado recogió de la calle a Mijailo, que estaba medio helado. Su mujer le reprendió: "¿para qué traes otro parásito?". Si el señor está delgado, el aprendiz Mijailo estaba escuálido, pero el amo: "Parecía un hombre de otro mundo: la jeta coloradota, mofletuda, el cuello de toro, y todo él parecía de hierro fundido... Con la vida que disfrutaba ¿cómo no iba a estar bien alimentado?. Ni la muerte podría con aquella roca. Pero Mijailo tomó el trabajo con ahínco y aprendió a remendar mejor que el zapatero. Un día de invierno llegó el amo con un cuero costoso, ordenando la confección de un par de sólidas botas que no se torcieran, ni se deformaran, ni se descosieran. Prometió el zapatero que si estropeaba la piel le arrancaría la suya. Mijailo, mientras tanto, sonreíase de modo extraño, como si más allá del amo, en el rincón, viera algo. No había hecho el señor más que volver la espalda, cuando Mijailo se puso a cortar el cuero y lo echó a perder: ya no saldría de él el par de botas con vira, sino algo parecido a unas zapatillas. El zapatero se mesaba los cabellos desesperado. "¿Qué has hecho? - le decía-. Es como si me hubieras acuchillado a mí." Y Mijailo le respondió: "El hombre hace previsiones para un año, sin saber que no llegará con vida al anochecer". En efecto, en el camino de vuelta el amo estiró la pata. La señora, por mediación de un chico, envió el siguiente recado al zapatero: "Ya no es preciso que haga las botas, sino urgentemente unas zapatillas. Para un cadáver".


¿Explica ahí lo que necesitan los hombres para vivir?

"Alexandr solschenizyn. Pabellón del cáncer".

En el libro estaba escrito que los hombres necesitaban no sólo preocuparse de sí mismos, sino amar también a sus semejantes, y alguien habia dicho "el bienestar de la sociedad".
Tenía cierta analogía.
- ¿Para vivir? - Le costaba trabajo pronunciarlo en viva voz; se le antojaba algo indecoroso-. Al parecer, el amor...
- ¡El amor!... - remendó burlón el de los lentes de oro-. No, eso no concuerda con nuestra moral.


¿Qué piensa usted? ¿Qué cree que necesitan los hombres para vivir?

Quizás conteste: Avituallamiento: víveres y materiales de equipo, su salario, una especialidad profesional, la patria: los lugares natales, donde se ha vivido, principios ideológicos y el bienestar de toda la sociedad, el amor, respirar...

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