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jueves, 21 de diciembre de 2017

Aprende a distinguir tus problemas

Aprende a distinguir tus problemas
 
La receta
Ingredientes:
  • 1 taza de perspectiva – acción que pone distancia, prudencia y visión general
  • 1 cucharada de respeto – consideración y limites personales frente a los demás.
  • 1 manojo de ojo noble- percepción positiva y búsqueda de caminos efectivos
  • 2 racimos de valor- fortaleza para no involucrase o juzgar a otros
  • 1 lata de confianza – sentimiento que permite tener fe y esperanza
  • 3 gotas de compasión– reconocer el dolor se los demás y ofrecer apoyo
  • 1 sobre de responsabilidad – obligaciones propias con las cuestiones personales
Recomendación del chef: Cuando puedes entender la fuente de los problemas y no te involucras, te surge la fortaleza de escuchar sin juzgar, hablar si criticar y entender sin sufrir.
 
Como reconocer cuando no son tus problemas:
Cuando te involucras en un problema que no es tuyo lo creces y hasta lo llegas a empeorar. No todo lo que sucede es un problema personal. Si no es una cuestión que tú puedes controlar, o cambiar, no es un problema que puedes solucionar, deja fluir las cosas, todo se termina resolviendo a su debido tiempo.
Cada quien solo es responsable por sus acciones. Es importante actuar responsable y prontamente sobre las cuestiones que uno crea o tiene injerencia, ya que uno las conoce y sabe cómo y dónde puede cambiar y solucionar el conflicto
Tomar una distancia sana puede ser la mejor respuesta para resolver problemas complicados. Quitarse a tentación y la sensación que uno debe de controlar todo lo que sucede, libera y desintoxica el medio ambiente alejarse no implica que uno no sufra o le duela la situación, al contrario, la distancia emocional permite la confrontación real que ayuda a la resolución.
“La diferencia para distinguir entre un problema que puedes solucionar y uno que tienes que respetar, la encuentras con la experiencia”.
 
Fuente: Becky Krinsky/ recetasparalavida.com
 


martes, 12 de diciembre de 2017

Los Escuchadores de Japón

Los Escuchadores de Japón

Una rápida búsqueda en internet puede aclarar de manera extensa este trabajo: Escuchador. Brevemente diré que es una ocupación que dicen que se ha popularizado en Japón, y trata de personas que en lugares concurridos, como estaciones del metro y parques, llevan dos sillas, una pequeña mesa y un letrero que simplemente dice “Te escucho”.  No son psicólogos ni nada parecido, ¡vaya!, no tienen estudios de psicología ni nada parecido y no cobran por su servicio, reciben la propina que cada persona quiera darles. Tampoco tienen un tiempo de escucha definido, la gente puede estar con ellos 10 minutos o 3 horas seguidas. Normalmente no dan consejos ni responden nada en concreto, simplemente escuchan. Como psicólogo esta ocupación me parece FABULOSA. Creo que esta ocupación vendría muy bien en mi país también. Gente que simplemente escuche a otros contar sus problemas, su vida, sus inquietudes y que estén al alcance tanto económica como físicamente. Hay muchísima gente que carga con sus problemas sola, esto no es muy sano, porque la carga se hace más pesada y trae consigo estrés y a la larga puede también traer enfermedad, física o psicológica, pero si esta gente hablara con alguien de sus problemas, simplemente hablara, los podría poner es perspectiva y darse cuenta de que puede manejarlos, que ni son tantos ni tan pesados como pensaba.
Hablar hace mucho bien, porque así ordenamos las ideas y nos escuchamos a nosotros mismos y muchas veces hasta nos respondemos solos dándonos la solución. ¿Y para qué queremos entonces a un psicólogo? Pues para tomar una terapia que nos ayude a resolver algún conflicto o inquietud. Los Escuchadores podrían servir para mantenernos bien o resolver problemas sencillos, así como caminar 20 minutos al día ayuda a mantenernos en forma, o quizá con un poquito de dieta también nos ayude a bajar un par de kilitos, pero si lo que tenemos encima son 10 kilos o más, necesitamos una dieta completa y un programa de ejercicio. Los psicólogos nos aportan esta “dieta completa y programa de ejercicio”. Y claro, sabemos que lo mejor es prevenir, por eso opino que los Escuchadores es una idea genial. Ahora bien, un Escuchador tiene que tener ciertos requisitos para poder serlo, creo yo. El primero es que sepa escuchar, no es necesario que emplee una escucha como la del psicólogo, porque su labor no es la misma, pero sí que sepa escuchar atentamente, que demuestre que está concentrado en lo que su cliente le dice. El segundo requisito, desde mi punto de vista, es que pueda contenerse de opinar y dar consejo. La ocupación se llama Escuchador y hay que respetar el nombre, se escucha únicamente. Realmente el Escuchador no sabe la historia completa de su cliente, no sabe si le están mintiendo, es decir, si el cliente se miente a sí mismo, por lo que no está en posición de dar una recomendación basada sólo en lo que ha escuchado en unos minutos. El tercer requisito, creo yo, es que el Escuchador no debe de reaccionar ni involucrarse con su cliente. No debe de mostrar desagrado por lo que le cuentan, ni enojo, ni querer involucrarse más allá de su servicio de escucha. Cumpliendo estos tres requisitos, prácticamente cualquiera puede ejercer esta profesión para beneficio de todos. Si esta profesión se volviese muy popular no tardaría en estar regulada. Quizá algunos psicólogos no la quieran permitir, pero igual no habría manera de controlarla, la gente simplemente llevaría sus sillas y mesita a otro lugar; pero los mismos Escuchadores, si se les da un curso gratuito, estoy seguro que estarían encantados de tomarlo. Este curso podría ser en primer lugar sobre ética, y luego sobre cómo escuchar más adecuadamente y finalmente sobre cómo mantenerse “alejados” del cliente, es decir, no involucrarse con él. Esto tendría muchas posibilidades, porque de ahí podrían surgir excelentes psicólogos si es que se animaran a cursar la carrera, y por sus orígenes creo que serían mejores. Y como reza la oración:
Señor, danos Escuchadores.
Señor, danos muchos Escuchadores.
Señor, danos muchos y muy atentos Escuchadores…
y haz de ellos psicólogos buenos.