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lunes, 31 de mayo de 2010

Península Ibérica sólo un país


Portugal y España más unidos que nunca. Península Ibérica: Un país.

No estaría mal los dos pueblos ibéricos juntos. La verdad es que tienen raíces comunes y, si no llega a ser por circunstancias históricas (la ayuda de Inglaterra contra el resto de España), a lo mejor ahora todavía estábamos unidos. Pero no deja de ser una cosa pseudosentimental. Según dices, nos aprecian los portugueses por motivos económicos... y puede que sí, que si estuvieran unidos a nosotros, su nivel de vida mejorara un poco. Pero es difícil unir paises (mirad lo que costó volver a unir a las 2 alemanias). Contentémonos con pertenecer ambos a la Unión Europea, y así poder viajar con la misma moneda y sin traspasar fronteras, de España a Portugal y al revés

La idea de una posible unión política entre España y Portugal sale cada cierto tiempo a la luz. Y cada vez es más aceptada en el país vecino. El Barómetro de Opinión Hispano – Luso (BOHL), dirigido por el Centro de Análisis Social de la Universidad de Salamanca, ha presentado un estudio sobre lo que opinan los ciudadanos de uno y otro lado de la frontera sobre sus vecinos. A grandes rasgos, los portugueses son más proclives a unirse con España que al revés. En nuestro país, esta idea causa indeferencia. La creación de una ‘Unión Ibérica’ es del agrado del 30,3% de los españoles y del 39,9% de los portugueses.

Historia de España. Guerra de la Independencia Española. De 1808 a 1813. Napoleón. Godoy. Ejércitos franceses

Es un mapa geomilitar de la guerra de la independencia. Muestras los movimientos y ocupaciones militares de ambos bandos durante ella. Esto ocurre entre 1808 y 1812. El 31 de agosto de 1813 el ejército francés es derrotado. La guerra había terminado.

Hemos de tener en cuenta que a finales del s. XVIII Francia e Inglaterra, separadas por los kilómetros del paso de Calais, eran, cabezas de dos mundos contrapuestos: los continentes contra los mares. Frente a la hegemonía continental de Francia, Inglaterra levantará coaliciones y apoyará movimientos de liberación. Frente a la hegemonía marítima de Inglaterra, Napoleón, que intentará sin atreverse a ello cruzar el canal de la Mancha y resolver la situación mediante un golpe a la metrópoli, recurrirá a un arma más compleja, la guerra económica, destinada a cerrar a Inglaterra los puertos y los mercados del continente. Se trata de impermeabilizar este último a la entrada de los productos ingleses, provocando de esta forma una crisis económica entre los dueños del mar. A esta política se la llama bloqueo continental, y para llevarla a cabo Napoleón necesita establecer un control riguroso a lo largo de todo el litoral europeo.

En ésta operación litoral, la función desempeñada por la península Ibérica es tan importante como peculiar. Por una parte, Portugal constituye, en razón de su secular alianza con Inglaterra, un país generalmente dispuesto a actuar de cabeza de puente británico. Por otra parte España es, como Portugal, una potencia ultramarina; una potencia que interesa tanto por las posibilidades comerciales y estratégicas de sus dominios americanos - todavía intactos-, como por sus barcos- la armada española había logrado, con Carlos III, una importancia europea considerable-, y sus puertos.

Dos puertos sobre todo: Barcelona, uno de los más importantes del Mediterráneo, y Cádiz, ciudad que a la sazón había sustituido a Sevilla como cabeza de las flotas y del comercio con los virreinatos de ultramar. Cádiz, Lisboa, Barcelona: he aquí tres objetivos de primer orden en guerra económica entablada entre los dueños respectivos del continente y del océano.

Equilibrio y neutralidad habían sido los principios que habían guiado la política exterior de España en el siglo XVIII. España, dueña de las Indias, se encontraba forzosamente implicada como tercera potencia en el bipolarismo ultramarino significado por Francia e Inglaterra. Este equilibrio se rompe con la firma del tratado de San Ildefonso en 1796. Con él Godoy, valido de Carlos IV, da un viraje a la política exterior y se alinea con Francia. Ello le llevará al enfrentamiento con Inglaterra y a la derrota de Trafalgar, con lo que ello significo de funesto para la flota española. En este contexto de malestar se inscribe el proyecto de anexión de Portugal. Godoy presa del pánico por los acontecimientos, presionado por la camarilla del Príncipe de Asturias -el futuro Fernando VII- y ante el temor de ser apartado del gobierno, firma con Napoleón el Tratado de Fontainebleau el 27 de octubre de 1807. El tratado de Fontainebeau prevé la exaltación del rey de España a la dignidad de <>, garantiza al mismo tiempo <>, estipula la cesión del reino de Etruria al emperador de los franceses y rey de Italia y, sobre todo, plantea la desaparición de Portugal y su fragmentación en tres estados que quedaran bajo la protección del rey de España, si bien nunca podrán incorporarse a su Corona. De ello, el meridional estaba destinado a constituir un pequeño estado para el <>.

En una atmósfera de máxima dureza internacional entre Francia y Gran Bretaña, en una momento en que los ejércitos napoleónicos ha llegado hasta la frontera rusa y domina gran parte de Italia, Napoleón ha resuelto convertir a España en un estado satélite, y ve en el proyecto portugués, que cristaliza en el señalado tratado de Fontainebleau, el pretexto para iniciar la penetración en la Península con el consentimiento del gobierno establecido. Ya antes de la firma del tratado -18 de octubres-, tropas francesas habían penetrado, por el País Vasco, en territorio español; estas tropas mandadas por Junot estaban destinadas a colaborar en la ocupación de Portugal. A éste seguirán otros cuerpos del Ejército -Dupont, Moncey-, que se acantonan respectivamente en Valladolid y Burgos durante los primeros meses de 1808. Estos movimientos todavía estaban explicados por la proyectada expedición portuguesa; no ocurre lo mimo con los que, bajo pretexto de marchar al sur para hacer frente a una eventual invasión inglesa de Andalucía que partiese de Gibraltar, penetran por la frontera catalana, ocupan Barcelona y, en general, todas las plazas clave para la defensa de la línea pirenaica. Joaquín Murat, nombrado por el emperador su lugarteniente en España, entra en la Península en marzo. La ocupación francesa será llevada a cabo rápida y sistemáticamente, buscando, en última instancia, unos puntos clave: los puertos de Barcelona, Cádiz y Lisboa.

Efectivamente este inicio y posterior desarrollo de hostilidades por parte de uno y otro de los bandos quedan perfectamente reflejados en el mapa. Analicémoslo.

El epígrafe bajo el título principales territorios ocupados por Francia en agosto de 1808 corresponden a esa primera incursión consentida y que tiene como destino colaborar en la anexión de Portugal. Las líneas de penetración francesa en 1807 son claras y buscan el control del país bajo pretexto de marchar hacia Lisboa. En Burgos, Valladolid y también, y sobre todo, en Madrid surgirán los primeros levantamientos populares en 1808 contra los franceses. Estos levantamientos se producirán en las ciudades más importantes del país. En el mapa aparecen señalados todos ellos. Ya para entonces la familia real había abandonado el territorio nacional y en virtud de las Abdicaciones de Bayona la Junta de Gobierno y el Consejo de Castilla habían aceptado como nuevo rey a José I Bonaparte.

En el mapa quedan reflejadas también las victorias francesas y las victorias españolas e inglesas. Cabe destacar, por las consecuencias que tuvo, la batalla de Bailen el 19 de julio de 1808, donde el ejército francés al mando del general Dupont es derrotado por un ejército de circunstancia dirigido por el general castaños. Bailén supuso pues para el ejército francés la primera derrota en campo abierto, la pérdida de unos 33.000 soldados -la mitad de ellos hechos prisioneros murieron de hambre en Cabrera-.

La cronología de la guerra muestra una serie de fases. La primera supone el fracaso de la ocupación como consecuencia del levantamiento tal y como hemos visto. La segunda es una fase de predominio francés en la que las tropas napoleónicas logran empujar a los españoles hasta el sur. Cádiz fue una ciudad sitiada. El sur, Andalucía, es por excelencia la tierra de la resistencia. Mientras los ingleses quedan reducidos a la ocupación de Portugal. Portugal pasa a ser el frente defensivo desde el invierno de 1809-1810 hasta el verano de 1812. En la tercera fase, las fuerzas hispanoinglesas dirigidas por el general inglés Wellington pasarán a la ofensiva avanzando sobre Castilla la Vieja y forzarán el repliegue general de los franceses sobre Valencia. La gran ofensiva final emprendida en mayo de 1813 empujara a los franceses contra los Pirineos,-batalla de Vitoria, 21 de junio; batalla de San Marcial, 31 de agosto- y las fuerzas españolas penetraran incluso en territorio francés. Los movimientos de tropas durante todo el periodo de la guerra por parte de uno y otro bando quedan perfectamente reflejado bajo los epígrafes: líneas de ataque francés y líneas de ataque español e ingles. El repliegue de Soult en 1812 significa la retirada de las tropas francesas. Es normal que los últimos territorios detentados por Francia coincida con la zona donde el dominio militar de las fuerzas francesas fue más compacto. Es la zona que se extiende entre el Ebro y los Pirineos.


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