Nota P.G.: Esta ponencia fue presentada al Congreso de Astrología de Barcelona (Diciembre 2002)
3.- La astrología, sus raíces y su naturaleza
La astrología surge en un contexto de observación sistemática, de cálculo contable, de rigor en el conocimiento, como se reconoce en trabajos como [Der 99, New 00] , en los que se refleja cómo los babilonios eran observadores cuidadosos y poseedores de técnicas matemáticas sofisticadas, y se acepta que la ciencia babilónica no era ciencia falsa.
Un saber, el astrológico, que, sometido a un progresivo proceso de racionalización y profundización, se hizo merecedor, de pleno derecho además, del nombre de ciencia [Neu 57, Pto 80, Per 94a, Cal 96] . Quede recogida al respecto, la contundente frase de O. Neugebauer [Neu 57] , a propósito de la época helenística: "Comparadas con el trasfondo de la religión, de la magia y del misticismo, las doctrinas fundamentales de la astrología son ciencia pura".
Sin embargo, prácticamente desde sus propios orígenes, a causa de su inevitable popularización, constatamos una triple vertiente en lo astrológico: la científica, la adivinatoria (a-divinis) y la supersticiosa. Una triple perspectiva que ni caldeo, ni griego, ni romano, ni medieval ni renacentista cultos confundían (ni tampoco los más ilustres padres de la ciencia actual).
Las dos primeras de esas vertientes, directamente asociadas a los orígenes de la astrología [Enu 94, Fuz 96, Gui 01] , fueron diferenciándose paulatinamente entre sí, siempre en antagonismo y divorcio con la tercera, sistemáticamente repudiada por los practicantes cultos del saber astrológico, por lo que también, a partir de aquí, obviaremos su consideración.
La faceta adivinatoria, ligada a la consideración de lo astrológico como religión natural de raíz cósmica, fue directamente combatida, cuando no perseguida, por el cristianismo. Asimismo, con el tiempo, también acabó cayendo en desgracia la vertiente científica, que lo fue ante el positivismo racionalista, decretando éste la prohibición de su estudio y práctica académicos, la anatema científica, en definitiva, de tales contenidos, que todavía hoy perdura.
Nos encontramos así ante un hecho un tanto llamativo, chocante y, en rigor, contradictorio: una ciencia que deja de serlo. ¿Es ello posible?, ¿tiene tal cosa sentido?. En cualquier caso, desde la perspectiva actual, ¿puede ser científica la astrología?. Y, de no serlo, ¿quedaría por ello reducida a superstición, a falsedad, a fiasco intelectual?, o acaso ¿cabe verdad, o al menos validez, en el conocimiento fuera de la ciencia?.
La clave para dar respuesta a buena parte de estos interrogantes se encuentra, a mi entender, en la contraposición radical de las visiones del mundo propias de la cultura astrológica tradicional y del racionalismo positivista.
La ciencia moderna se sustenta en una concepción del universo como realidad ajena al observador, un observador ideal, imposible de lograr por lo demás, siempre distante, por radicalmente separado, de su objeto de conocimiento.
Frente a esta visión separativa, disociada y divorciada, entre lo conocido y el conocedor, la astrología se remite a la inseparable pertenencia del observador al objeto de su conocimiento: el universo en el que habita.
Un nexo que, unido al presupuesto de orden, es decir del universo como cosmos, conlleva la idea de armonía, así como las de sintonía y resonancia, cuya manifestación a todos los niveles liga lo astrológico a lo astronómico, lo matemático, lo físico, lo musical, lo arquitectónico, lo psicológico, lo social, y un largo etcétera.
Estas múltiples, variadas y ricas interconexiones explican la omnipresencia de lo astrológico en todos los ámbitos de las culturas y sociedades que comparten, o han compartido, esta visión del mundo, caso en que se hallan los periodos clásico, medieval y renacentista de la historia de Occidente.
Este elemento de ligazón, de armonía cósmica, como clave universal queda claro en los caldeos, en los pitagóricos, en Platón, en Ptolomeo, en Lulio, en Kepler, por mencionar algunos hitos señeros a lo largo de los siglos, tal cual se recoge en [Enu 94, Eys 82, Gui 01, Llu 91, Per 94b, Pto 80, Pto 99, Rio 99] .
En cualquier caso, debe subrayarse que, desde su raíz caldea, esa ligadura cielo-tierra, cosmos-hombre, es antes una intermediación, una interconexión, que una fatalidad, un imperativo ciego e innamovible.
De hecho, desde el propio Enuma Elish [Enu 94] se nos indica cómo se asigna al hombre el trabajo que debieran hacer los dioses, siendo así nuestra tarea principal mantener la armonía del universo, y llevarla adelante con éxito, de acuerdo con "las reglas de su buena marcha", continuando la obra de dichos dioses: los hombres somos, en consecuencia, 'dioses-en-la-tierra' que debemos ser fieles a los 'dioses-en-el-cielo', para lo cual debe existir sintonía entre nuestras voluntades y las suyas, lograda gracias a nuestra atención a los mensajes divinos, celestes, es decir astrológicos.
Por otro lado, una parte importante de la tarea de los dioses es controlar el Destino, actividad que debe ser asumida también por el hombre, pues aquellos "quedan liberados" y "descansan". El hombre pasa a ser así responsable directo del Destino: no hay esclavitud, no hay fatalidad, ante ese Destino, sino responsabilidad y trabajo para llevarlo adelante.
En tal línea de pensamiento se nos muestran autores clásicos como Platón [Lis 94] , Ptolomeo [Pto 80] y Lulio [Llu 91] , o contemporáneos como de Whol [Who 81] .
Bueno soy de las que consulta la astrología en todo momento, sobre todo si quiero o deseo iniciar un negocio... quizás muchos critican estos comportamientos, pero conozco quienes critican y también hacen uso de esta herramienta sólo que no a voz populi... opino que grandes figuras utilizaron la astrología... porqué nosotros no habríamos de hacerlo, porqué dejarla atrás por no ser considerada una ciencia... Hay un blog bastante interesante que visité recientemente y me encantó el enfoque que le dan a la astrología http://bit.ly/TWOoC
ResponderEliminarMuchas gracias, marieliza. Gracias por leer mi blog, por darme tu opinión, y como no, por darme la página del blog, seguro que me gusta tanto como a ti, y me motiva para hacer otro hilo. Interesante la cuestión. Muy amable por todo ello. Recibe un cariñoso saludo.
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