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martes, 27 de abril de 2010

Los santos inocentes.


Los santos inocentes

Los santos inocentes es una
novela de Miguel Delibes, ambientada en los entresijos de un cortijo de Extremadura en la década de 1960.

La dedicatoria de la novela dice así: "A la memoria de mi amigo Félix R. de la Fuente".

Los principales temas que toca esta novela de Delibes son los siguientes:

La opresión por parte de los señores.
El desprecio y la falta de atención hacia sus criados.
Las humillaciones continuas a las que son sometidos cada día los sirvientes.
La incultura generalizada en las clases bajas de la sociedad de la época.
La resignación de los miembros de las clases más bajas al aceptar su condición de inferiores, siendo considerados casi como seres no humanos.

Resumen libro quinto. El accidente

¿Estas cansado, Paco?

sonreía maliciosamente y añadía, quién te lo iba a decir a ti, con lo que tú eras,

y a Paco, el Bajo, le picaba el puntillo y trepaba a los árboles si cabe con mayor presteza que a la víspera, aún a riesgo de desnucarse (...), de árbol en árbol, Paco, el Bajo, iba agotando sus energías, pero ante el señorito Iván, que comenzaba a recelar de él, había que fingir entereza y trepaba de nuevo y con prontitud y cuando ya estaba casi arriba, el señorito Iván,

Ahí no, Paco, coño, esa encina es muy chica, ¿es que no lo ves? (...), no seas holgazán (...)

Y así un día y otro, hasta que una tarde, (...) según descendía Paco, el Bajo, de una gigantesca encina, le falló la pierna dormida y cayó, depatarrado, como un fardo, dos metros delante del señorito Iván, y el señorito Iván, alarmado, pegó un respingo,

¡serás maricón, a poco me aplastas!

pero Paco, se retorcía en el suelo (...), se señalaba la pierna derecha (...)

la pierna no me tiene, señorito Iván

está como tonta,

y el señorito Iván,

¿qué no te tiene? ¡anda!, no seas aprensivo, Paco, (...)

No puedo, señorito, está mancada, yo mismo sentí cómo tronzaba el hueso, (...)

Don Manuel, el doctor, le palpó el tobilllo, (...), está tronzado,

pero el señorito Iván, se resistía a admitir las palabras del doctor,

No me jodas, Manolo, el 22 tenemos batida en la finca, yo no puedo prescindir de él, (...)

Y Don Manuel (...) yo te digo lo que hay, Iván, luego tú haces lo que te dé la gana, tú eres el amo de la burra(...)

¿no podrías ingeniártelas, Manolo, para que el 22 pudiera valerse?, (...)

Mira, Paco, los médicos pueden decir misa, pero lo que tú tienes que hacer, es no dejarte, esforzarte, andar (...)

Amaneció el día 22 y el señorito Iván, erre que erre, se presentó con el alba a la puerta de Paco, (...) venga, arriba, Paco, ya andaremos con cuidado, tú no te preocupes,

y Paco, el Bajo, (...) se olvidó de su pierna y se subió al coche mientras la Régula lloriqueaba,

a ver si esto nos va a dar que sentir, señorito Iván, (...)

¿no puedes moverte un poquito más vivo, Paco, coño? pareces una apisonadora, (...) y Paco, el Bajo, procuraba hacer un esfuerzo (...), en una de estas, ¡zas!, Paco, el Bajo, al suelo, como un sapo,

¡ay señorito Iván, que me se ha vuelto a tronzar el hueso, que le he sentido!, (...)

¿qué te pasa ahora, Paco, coño? ya es mucha mariconería esto, ¿no te parece?

pero Paco, el Bajo,, insistía desde el suelo, (...) y los juramentos del señorito Iván se oían en Cordevilla,

¿es que no puedes menearte?, intenta, al menos, ponerte en pie, hombre (...)

y, horas más tarde, don Manuel, el médico,

se incomodó al verlo (...) y el doctor enojado,

ha vuelto a fracturar, lógico, una soldadura de tallo verde, inmovilidad absoluta,

y el señorito Iván,

¿y mañana? ¿qué voy a hacer mañana, Manolo? no es un capricho, te lo juro.

Y el doctor, mientras se quitaba la bata,

haz lo que quieras, Vancito, si quieres desgraciar a este hombre para los restos, allá tú, (...)

Y ya en el Land Rover marrón, (...) el señorito Iván, taciturno y silencioso, encendía cigarrillos todo el tiempo, sin mirarlo, tal que si Paco, el Bajo, lo hubiera hecho a posta, también es una mariconada (...)

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