Ante la posible victoria de la Candidatura de Sonia Gumpert y viendo que su
programa de "medidas concretas" es incuestionable, fruto del trabajo de muchos
años para modernizar el Colegio de Madrid, ciertos círculos próximos a algunas
de las candidaturas del poder han hecho correr interesadamente un rumor que es
absolutamente falso.
Dicho rumor consiste en vincular la mentada candidatura con Cataluña, aprovechándose del actual momento que se vive en esta comunidad. El objetivo no es otro que pretender sacar rédito de tal situación.
Ello nos obliga a aclarar que, no teniendo nada contra los catalanes, ninguno de los catorce diputados son catalanes y todas las instituciones que apoyan esta candidatura son madrileñas.
Por supuesto que nuestra voluntad de servicio es sincera, pura y no sirve a otro interés que el bien de la abogacía colegiada y, de ninguna manera, a un supuesto interés de una muy injusta y errónea atribución de catalanidad.
No es así y además, es imposible por respeto al principio de contradicción: no es posible confundir una desviada tendencia a segregarse, con una aspiración a integrarse prestando un servicio, como si integrarse fuera lo mismo que separarse. Tampoco sería justo que aquellos, que sintiéndose integrados en la nación española, se vieran menospreciados por ser catalanes, cuando ellos sienten vivamente su españolidad y obran en consonancia con su sentir. Y, sépase, que muchos que tienen vecindad en esta querida parte de España se sienten españoles y, como tales, son lealmente acogidos.
Y, finalmente, aunque esta candidatura patrocina el acceso a honrosos cargos colegiales de madrileños, vecinos de Madrid y españoles en general; ni por vecindad de los candidatos, ni por el objetivo de sus finalidades transparentemente proclamados, ni por sus íntimos sentimientos nacionales, tiene nada que ver con catalanidad alguna. También se debe comprender que -y esto es una consideración meramente dialéctica - que aquellos españoles de vecindad catalana que se sienten profundamente españoles y detestan cualquier idea segregacionista, merecen el respeto y el franco acogimiento de aquellos que también, se sienten españoles. Ser un español catalán, por favor, no es nada malo.
Pero cuando los candidatos no son de vecindad catalana, sino madrileña y cuando nadie interviniente en el grupo tiene vecindad catalana, cuando todos son y se sienten radicalmente españoles, no merecen que en función de una coyuntura política determinada se pretenda confundir o dejar de ponderar el programa electoral, la nobleza espiritual, la competencia profesional y la moralidad de los candidatos introduciendo acaso, una cuestión extraña y ajena a la noble competición electoral, que debe desarrollarse al servicio de la mejor eficacia de la actividad profesional del abogado en el ámbito colegial.
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